Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.
Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.
Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.
Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
Bendecir es una palabra que en el conocimiento común se cree exclusiva de las religiones, sin embargo, si nos vamos a las raíces etimológicas del término podemos notar que es una palabra que puede ser utilizada por todos, es más, casi es una obligación que todos la utilicemos, ahora entenderemos por qué.
Bendecir es decir bien o desear bien, estamos llamados a hacer esto con todos, especialmente con quienes nos desean el mal, es decir a quienes nos maldicen, si nos damos cuenta son nuestras palabras las construyen o destruyen, deseemos el bien siempre a todos, necesitamos transformar la manera en la que nos comunicamos, necesitamos transmitir cosas bonitas a los que nos rodean, pero Jesús nos pregunta hoy ¿qué merito tienen los que solo lo hacen con quienes les hacen el bien? por eso hoy estamos llamados a ir más allá de lo que es fácil, debemos hacer un esfuerzo y desear el bien a quienes nos desean el mal, no es fácil porque desde antaño nos han enseñado la ley del talión, ojo por ojo y diente por diente, pero precisamente esa es la novedad de Jesús hacer lo que nadie hizo, cambiar lo que nadie se atrevió a transformar, renovar lo viejo, hacer todo nuevo.
Bendecir a quienes nos maldicen es el reto del cristiano, un reto muy grande, un reto que requiere grandes esfuerzos, ¿estás dispuesto a cumplir con ese reto con tal de seguir a Jesús? porque siguiendo a Jesús nos vamos a encontrar con mucha gente que nos va a criticar, que nos va a juzgar, que nos va a decir 'médico cúrate tus heridas', que nos van a buscar la caída, pero Jesús ya nos lo había dicho, no será fácil, en muchos lugares no nos recibirán, en muchos lugares nos echarán, nos perjurarán, pero el Espíritu de la verdad nos defenderá, desea la paz para todos, desea justicia para todos, desea amor para todos, bendícelos a todos, eso mismo que deseas para los demás pasará contigo. Sean misericordiosos como el padre del cielo es misericordioso.
Hoy te bendigo, que los deseos de tu corazón sean conseguidos por el padre, el hijo y el espíritu santo.